21 febrero 2005

Su Tabaco, Garcias (Parte 1)

Parte 1
Las jornadas intensivas siempre me habían gustado, salvo por el pequeño, pero no por ello menos importante, problema de la comida.
Entras a las ocho de la mañana y terminas a las cuatro de la tarde, sin parar para comer nada. Ni almorzar, ni desayunar.
Claro luego llegas al bar y arrasas con el primer menú que aparezca…
Siempre suelo ir al mismo bar, “La TaBerni”, porque se come bien y barato.
Trabajo en una empresa pequeña que distribuye, repara y transporta máquinas de tabaco.
Me llamo Garcilaso García García. Bastante tengo con que mis padres fueran primos, como para que encima me llamaran Garcilaso …
Como han podido comprobar, dada la repetición, me apodan “el Garcías”.

Trabajo reparando máquinas de tabaco, a diferencia de mis dos compañeros: Martín y López que las distribuyen e instalan (y aprovechan la ocasión para comer y beber en todos los bares donde dejan las máquinas, pero pagando con tabaco)
Espero que esto no se lea como envidia, aunque la haya, pero de la sana.

Pese a ser una empresa pequeña movemos gran cantidad de pedidos, no se pueden imaginar la cantidad de máquinas de tabaco que se estropean al día…
Aunque mi jefe, viendo el futuro, ya está pensando en abarcar el mercado con otro tipo de máquinas que no conlleven una prohibición, como las de comida y bebida.

Era jueves y un retraso en un pedido me obligó a salir 40 minutos más tarde de mi hora.
Casi la cinco de la tarde y yo sin comer.
Fui al bar de siempre y comí como una fiera.
Pagué la cuenta y fui a comprar tabaco a la máquina, aunque digan que en casa del herrero cuchillo de palo, siempre se me olvida coger.
En el display marcaba la hora de izquierda a derecha y si seleccionabas una marca, su precio e informaba además de su disponibilidad, como todas…
“Selección 1 … 2.45 euros”
Introduje dos monedas de dos euros y la máquina no me devolvió mi cambio.
- ¡Coño! Dije enfadado.
En la pantalla mostró el mensaje que me dejó sin trabajo….

“Su tabaco, Garcias”
- Que Gracia. Pensé en voz alta. Hasta me han dedicado el mensaje.
Un golpe seco justo a tres palmos contando desde abajo y mis monedas cayeron. Gajes del oficio.
“Su tabaco, Garcias”
La máquina siguió repitiendo el mensaje.
- No me extraña que te quedes con el cambio, si es que te repites más que el ajo.
Estos fallos no son normales. Los mensajes vienen en memorias EPROM, donde se les introducen los datos una sola vez y pasan por un riguroso control de calidad.
Nosotros nunca hemos tenido un fallo léxico y mucho menos de repetición. Más bien suelen ser siempre problemas mecánicos: atascos de monedas o de cartones, etc.…
Pero ésta, podríamos decir que cumplía con todos los requisitos.
- Espero que no sea de las nuestras. Volví a pensar en voz alta.
Di la vuelta y miré fijamente la pegatina de garantía.
¡ENAXTAB! La competencia. ¡Menos mal! Sabía que nuestra no podía ser, a mi no se me escapa una….
“Ayuda, Garcias” Mostró esta vez la pantalla.
- ¿Cómo que “Ayuda”? ¿Qué Ayuda?
Miré alrededor, esperando que de un momento a otro soltaran una risotada Martín y López haciendo una de las suyas.
Ellos sabían que yo comía aquí, pero…¿Cómo habrán cambiado el texto?
“Garcias Ayudame por favor”
Me alejé de la máquina disimuladamente, dispuesto a marcharme y no tener que soportar la burla. Pero nada ocurrió. Ni risas, ni gritos, ni burla...

Al día siguiente volví a comer pero esa vez no pude dejar de mirar la pantalla de la máquina.
Recordé el extraño suceso y observé el comportamiento de la gente frente a ella.
- A mi me extrañó, ¿Por qué la gente no se extraña? ¡No dicen nada!
No lo entiendo. Debe de ser aleatorio. Pensé.
Antes de pagar, pasé por la máquina.
Un hombre estaba sacando monedas de su cartera y se disponía a introducirlas.
Observé atentamente la pantalla pero todo era normal.
El hombre se fue con su cajetilla.
Me quedé justo en frente de la máquina, a un metro.
“16:59 12-11-2004”
Era una preciosidad. Tenía ante mi una ‘EmTarc 545’. Alemana. Último modelo.
El “Mercedes” de las máquinas de tabaco: sistema antirrobo, estructura de aluminio reforzada…
- No recuerdo que antes tuvieran ésta. Pensé en voz alta.
“Su tabaco, Garcias” .Volvió a mostrar.
- ¡Que asombroso! ¡Ya lo tengo! Debe de ocurrir a las 15:00. Ayer seguramente acabé a la misma hora.
“Ayuda, Garcias” , “Garcias Ayudame por favor”
Empezaba a encajarme el asunto. Un extraño desajuste horario provocaría que se alteraran las letras…
“Garcias Ayudame”
- Casualidades de la vida. El señor “Garcías” para ayudarle. Dije mientras hacía reverencia al aparato.
“Garcilaso Ayud…” Las letras corrieron más deprisa y se perdieron.

“15:05 12-11-2004” Todo volvió a la normalidad

- Juraría que ponía “Garcilaso”. Debo estar volviéndome paranoic…
- ¿Disculpe?¿Está sacando? Preguntó una voz a mis espaldas.
- ¿Cómo? Dije de forma automática.
- ¿Qué si está sacando tabaco?. Es que está justo delante, ¿Sabe?
- No, no. Perdone. Y me aparté a la derecha.
En ese momento decidí marchar, pensando que el vino que tiene “La Taberni" no es blanco ni es tinto. Debe de ser rosado y peleón…

Al pagar en la barra le comente al dueño del local, “Berni”, que últimamente la máquina en cuestión no funcionaba bien.
- Ayer se me quedó el dinero y salen textos sin sentido en la pantalla. Le dije mientras sacaba de mi bolsillo una tarjeta de la empresa y la dejaba en la barra.
- Si no se la reparan, llámenos. Y dejé que mi sonrisa intentara dar la sensación de seguridad. Pero eso sólo le funcionaba a mi jefe. A mí, me quedó ridícula.
- Gracias, lo tendré en cuenta ¿Señor…?Dijo Berni, sin muchas ganas.
- Garcías, como el texto de la máquina. Dije mantenido la forzosa sonrisa.

En el mismo momento que salí por la puerta supe que mi tarjeta había encontrado un lugar caliente y húmedo. El cubo de la basura del bar…
Continuará...

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