09 enero 2016

'Las hojas de otoño' de Nacho Cal

'Las hojas de otoño' de Nacho Cal

Siempre me ha gustado esta época porque siempre he sido un romántico es una época de sueños en la que la fantasía fluye por mis venas así solamente paseando por el bosque me adentro en el mejor de los sueños; siento que las hadas cantan en mis oídos y me envuelven con sus bellos cantos; un día caminando por la orilla del río vi una bella mujer rubia con cabellos largos que tocaba la flauta me acerqué y le pregunté el nombre y ella no me respondió solo me sonrió me atreví y le di un beso y en ese mismo momento me quedé adormilado cuando desperté era un rey con corona de diamantes y sentado en un trono muy bello tapizado en rojo ; y vi un súbdito arrodillado; que me decía; señor yo siempre creí en vos porque sois un rey noble; yo necesito recuperar mi hogar.
- No os preocupéis mandaré a mis tropas y ellas darán su merecido al infame Arthur; que os ha arrebatado lo vuestro; me sentía un rey justo y valiente.

Me tomé una copa de vino y dormí la siesta durante no más de media hora; después me fui a dar un paseo por la campiña; era un lugar precioso lleno de arboles de alta copa y flores bellas y extrañas de todos los colores; a lo lejos vi una señorita; con un vestido blanco que danzaba en un jardincillo; sus cabellos brillaban con el sol; era una melena rubia y lisa y cuando me iba acercando ella me sonrió; yo creí enloquecer; su belleza era narcótica ; ellla se abalanzó sobre mi e hicimos el amor; mientras lo hacíamos oía una musica de flauta muy bella que me resultaba familiar llegamos al éxtasis los dos a un tiempo y en ese mismo instante la dama desapareció de mi vista; yo estaba confuso; me quedé con su recuerdo que me dejó enamorado y me fui a dormir al día siguiente tenía mucho trabajo. 
No lo pensé más y llamé a mis valientes caballeros para ayudar al bueno de Jhon así se llamaba mi súbdito; encargado de los caballos.
Partimos hacia Edimburgo ; yo sabía que el cobarde de Arthur vivía allí; iba muy motivado; cuando llegué a su castillo; se estaba pegando un buen banquete con su séquito de rufianes ; entré en el comedor sin previo aviso y le dije ojalá os atragantarais con un hueso de ese pollo que tenéis a costa de robar a mis súbditos. 
- Que decís vos?. 
- Sentaros y disfrutad con nosotros de estos manjares de dioses.
- No me sentaré en una mesa de ladrones.
- Cuidado con esa lengua majestad!
Dijo Arthur desenvainando su espada; a su vez yo desenvaine la mía y en una sola estocada lo atravesé de lado a lado.
Hice justicia y me sentí lleno de gloria a su vez, mis valerosos caballeros ensartaron a todo el séquito de rufianes; lo celebramos con buen vino. 

Al poco me volví a despertar al borde del rey y no paraba de reír entre las hojas secas del bosque.

Relato enviado por Nacho Cal.
Gracias Nacho por enviar tu relato ;)

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