16 febrero 2016

'Quiero Ser' de Javier Lasanta

'Quiero Ser' de Javier Lasanta

Hace muchos, muchos años, paseaba por las calles de Venecia el más afamado y laureado pintor de la época; sus obras eran admiradas por toda la sociedad, reyes y personajes ilustres pujaban por cada nuevo cuadro que pintaba, era símbolo de distinción conocer y comentar sus trabajos.  Fatigado por el paseo y la edad se sentó para contemplar la puesta de Sol junto al estanque de los cisnes. Cada tarde le gustaba alejarse del mundanal bullicio, reposar la mente e intentar no pensar en nada.
- Buenas tardes Señor.
 
Antes de girar la cabeza dedujo que esa voz suave pertenecía a algún muchacho joven, educado y con intenciones de solicitarle algún favor.
Con un gesto de desgana devolvió el saludo sin fijarse en el chico y continuó contemplando el atardecer.  El joven con paso lento pero decidido se acercó un poco más hasta ponerse muy cerca de él.
- Maestro, disculpe, necesito su consejo, quiero ser pintor, ¿qué debo hacer?
Esta vez no pudo evitar tener que mirarle, en otras ocasiones no hubiese contestado pero había algo en la mirada de aquel jovenzuelo que le hizo reconsiderar su postura.
- ¿Qué llevas ahí? - le preguntó el viejo indicando con su dedo.
- Son mis útiles de pintura, cada tarde salgo y dibujo, y pinto; todo lo que veo, todo lo que me parece especial..
- ¿Cada tarde?
- Sí, a veces pinto todo el día.
- ¿Y qué haces cuando no pintas?
- Estudio técnicas, pienso en las composiciones, invento escenas, leo los tratados de los clásicos,... sueño en ser un pintor afamado como usted. -dijo soltando un suspiro final bajando la mirada.
El afamado pintor pensó por unos instantes antes de contestar, lo más rápido y sencillo era decirle que siguiese así, que tarde o temprano el mundo reconocería su arte y que se haría rico pintando, pero le dijo:
- Ya eres pintor, no necesitas mi consejo.
- No,... pero ..., lo que yo quiero es ser admirado, tener fama, posición social, dinero.
El viejo llenó sus pulmones de aire antes de decirle:
- Mira muchacho, pintor es el que pinta, el que pone pasión en lo que hace, el que disfruta pintando, es el que cada día intenta mejorar su técnica, el que pinta por necesidad vital, porque tiene la obligación moral de transmitir lo que sólo él puede ver. Eso es ser pintor, poner tu alma en lo que haces.
El viejo hizo un pausa, bajó la cabeza, y con la sinceridad del que ya no tiene nada que perder continuó:
- Yo era pintor, yo disfrutaba pintando, yo amaba pintar.  Era mi vida, mi ilusión, mi pasión. Vivía para pintar.  Todavía guardo algunos de aquellos cuadros que a nadie gustaban pero que yo no me cansaba de contemplar y de admirar, cada uno que pinté era parte de mí, eran mi obra maestra, en todos les puse el alma.  Pasó por mi humilde y pobre estudio un rico comerciante de Nápoles, necesitaba hacer un regalo y me compró un par de cuadros, no precisamente los mejores, a todas luces el comprador ni entendía ni le importaba la pintura.  Los regaló a alguien poderoso diciendo que eran de un gran artista, al poco tiempo comenzaron a llegar más personas importantes a mi estudio para hacerme encargos de cuadros, como cada vez eran más los encargos, cada vez su precio era mayor, se disputaban mis servicios.  Y así, poco a poco, de esta forma, dejé de pintar lo que yo deseaba, pintaba lo que me encargaban; sosas y repetitivas escenas de caza, retratos de jóvenes doncellas ensortijadas, gordos ilustres subidos a caballo dirigiendo tropas ficticias; ¡qué horror! ¡toda mi vida pintando horrendas escenas, de horrendas personas, en actitudes horrendas!
Hizo una leve pausa antes de continuar.
- ¡Sí! ¡Yo, era pintor! Ahora soy un mercenario de la pintura. Soy tan desgraciado que sólo tengo fama y dinero.  Vendí mi alma.
Levantó lentamente la cabeza dirigiéndose a esos ojos jóvenes con mirada de pintor que le habían hecho recordar quién fue.
- Muchacho, ya eres pintor, lo demás es decisión tuya.

Relato enviado por Javier Lasanta
Gracias Javier por enviar tu relato ;)

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