14 enero 2014

'De profesión: sicario' de David Rivera Montero
Un,dos,tres..conté los segundos,aguanté la respiración y apreté el gatillo..
Asesino,soldado de fortuna, cazarrecompensas, sicario...Mi profesión tiene muchos nombres,pero a mi el que mas me gusta es el que aprendí cuando era chico: El Matarife.
Mi nombre es Luis Jose Suarez Fonfría, nací en Venezuela hace 33 años,como Jesucristo, y a pesar de ser en casa 5 hermanos (yo era el único varón),solo 2 conseguimos llegar a la cuarta década de nuestras vidas.
Vivía en un barrio marginal de Caracas,donde el hambre y la miseria asomaban en cada esquina.La pobreza me llevó al hambre.El hambre me llevó a robar.Robar me llevó a ambientes turbios y nada recomendables para un niño y al final,con 13 años recién cumplidos,cometí mi primer asesinato.
A la tierna edad de 11 años entré a trabajar con un comerciante local de coca llamado Curlio. Me daba pequeños encargos:llevar este paquete allí,estas dosis allá.Un trabajo fácil y bien remunerado con el que me ganaba algo de dinero para ayudar a comer a mi extensa familia.
Tras 2 años haciendo el transporte,llegué a casa un día caluroso de verano,y un grupo de hombres me esperaba en la puerta de mi choza con aires amenazantes.Al acercarme a ellos vi que habían destrozado parte de mi casa y que a mi padre le habían dado una paliza casi mortal.El mayor de ellos,un hombre de unos 40 años con todos sus dientes de oro,me dijo que sabía de mi trabajo como "repartidor",y me ofreció entrar a formar parte de su banda haciendo trabajos que requerían que pasase de ser un niño,a ser un hombre.
No me quedo mucho espacio a la reflexión,si no aceptaba matarían a mi padre(y posiblemente al resto de mi familia),así que me decidí rápidamente.
El hombre me dijo que fuese la mañana siguiente al bar del barrio,un tugurio de mala muerte donde ya era muy conocido por llevar alli muchos encargos de coca a clientes habituales.Allí,dijo,el dueño me entregaría un papel con información para realizar mi primer trabajo.
Por la mañana me levanté nervioso,pero llegué puntual a mi cita en el bar.Al entrar el dueño(y camarero)me hizo un gesto con la cabeza para que me acercase a el y,sin mediar palabra me entregó una caja metálica envuelta en un paño.Se dio la vuelta y se fue.
Me quedé un rato mirando aquella caja,y cuando salí de mi estupor la guardé bajo el brazo y me fui con ella al baño.Cerré la puerta con pestillo,desenvolví el pañuelo y abrí la caja.
Creo que pasaron unos segundos,o tal vez minutos,hasta que conseguí salir de mi asombro..dentro de la caja había 3 cosas:Una pequeña pistola con el cargador lleno,un papel,y una foto.
Cogí el papel con manos temblorosas y leí la única palabra que estaba escrita en el papel: Mátale.
La foto estaba doblada al medio,aquella foto contenía la cara de la persona que tendría que matar para entrar en aquella banda de asesinos y evitar que matasen a mi familia...y a mi.
Desdoble la foto y me quedé sin habla...aquella foto era de Curlio.
Se ve que mi benefactor durante los dos últimos años tenía algún tipo de cuenta pendiente con la mafia del lugar,y para cobrar esa deuda habían elegido a su joven repartidor de droga. Así mataban dos pájaros de un tiro,se quitaban a Curlio de en medio y hacían una especie de prueba de iniciación a un joven pichón.
Lo haría,estaba jodídamente decidido. Quería a mi manera a Curlio por darme trabajo,pero quería entrar en la banda,quería ser alguien en el barrio y crecer,para poder marcharme de aquel agujero junto a mi familia y no volver jamás.
Al día siguiente llegué a casa de Curlio y toqué cuatro veces a la puerta.señal de que era yo quien llamaba. Curlio abrió y con una sonrisa me entregó un paquete y me dió instrucciones para llevarlo a un cliente que vivía en las afueras.Yo casi ni hablé,los nervios me comían por dentro,y cuando Curlio cerró la puerta,me descubrí con una mano apretando muy fuerte la pistola.Pero la pistola seguía en mi pantalón.Y Curlio seguía vivo.
Así pasé varios días,no podía hacerlo. Era débil,y toda la hombría con la que fachendeaba delante de mis amigos cuando era solo un repartidor,se me había escapado como se le escapa un globo de Helio a un niño pequeño.
A la semana de mi primer encuentro con Culio, una vecina me llamó a gritos cuando caminaba de vuelta a casa.Me gritó algo sobre mis casa,mis padres...pero yo no la entendía.
Lo entendería muy pronto.
Mi madre yacía en un charco de sangre sentada contra la pared de la cocina,con un tiro en la cabeza y otro en el pecho.Mi padre,mi pobre padre que aún seguía en cama con varias costillas rotas de la paliza que le habían dado los sicarios,apareció colgado con una cuerda en su misma habitación.Lloré,lloré hasta que se acabaron mis lágrimas,y entonces entendí que si no hacía lo que debía irían a por mis hermanas y luego a por mí. Así que hice lo que tenía que hacer.
Fui esa misma noche a casa de Curlio, y cuando me abrió la puerta saqué mi pistola y le apunté al pecho. Curlio se quedó atónito,y al ver restos de sangre en mi pantalón comprendió lo que pasaba.La mafia del barrio me había encargado matarlo.
Suplicó,suplicó que lo dejase,que se iría de la ciudad y que me llevaría con él.A mi y a mis hermanas.Su mujer y su hijo pequeño aparecieron por la puerta,llorando y suplicando,y yo seguía allí,débil y estúpido,sin poder hacer lo que tenía que hacer para salvar al resto de mi familia.
Recordé a mi madre tirada en la cocina,y vi la imagen de mi padre colgando inerte en el techo del dormitorio con la cara amoratada....tome aire y miré a Curlio a los ojos.
Un,dos,tres..conté los segundos,aguanté la respiración y apreté el gatillo..

Relato enviado por David Rivera Montero 
Gracias David por enviar tu relato ;)

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