10 mayo 2011

'EL AMOR DEL LIBRO' de Andrés Alcalá

EL AMOR DEL LIBRO

El amor, ese extraño compañero que nos hace voltear el corazón siempre que puede y muchas veces sin esperarlo. Jamás había pensado en ella, y siempre la veía pasar con su aire seguro, discreto pero desprendiendo gran sosiego y sin reclamar nunca tu atención, se mostraba como un lugar seguro donde acudir.

Mi vida corría tranquila, en la cotidiana quietud de quien, a sus cuarenta y algo ve la vida de otra forma, más pausada y sosegada. Pero en algún momento esa chispa salta, no hay razón que pueda explicarlo, pero ahí está. Ahora la ves pasar pero ya no es de la misma forma, ahora la sigues con la mirada algo más. Pero, no puedes acercarte.

Todos tenemos nuestro sitio y no podemos salirnos del guión que nuestras vidas ya ha marcado. Sin embargo, el ruido de fondo sigue.

Las conversaciones anodinas, de trabajo casi siempre y de la familia (bien, gracias). Nada más. Pero una luz sale a relucir, los libros.

Siempre nos permite las conversaciones. Ese será mi vehículo, mi cadena de transmisión sin delatarme. Pero no sólo la conversación, se precisa además algo material. El libro en sí.

Cuando prestas un libro, es un material, una historia. Pero es ese acto, el prestar, el que transmite algo más. Si sabes que el libro va destinado a esa persona en concreto, recibes o das algo más. Y algo distinto. No sólo lees el libro, lo tocas casi de forma reverencial.

Ese cauce de comunicación es solo unilateral, pero es un cauce. Además, si recibes uno también, puede significar un proceso similar al que sientes cuando das. Así, al tema del trabajo y la familia, unimos el de los libros. Gustos más o menos iguales, pero la correa invisible que nos une pervive mientras se prosiga el intercambio.

Eso me obliga a leer de forma compulsiva, a reclamar y a esperar. Es una sutil forma de amor, solo en mí conocida y solo en mi disfrutada. Cuando palpas el libro te imaginas que hay alguna pizca, átomo o restos mínimos de esa otra persona que ha pasado por sus manos. Pero también, que ha pensado lo que tú, que ha sentido lo que tú has sentido.

Siempre llega el tiempo del intercambio. ¿Y ahora qué libro? Es un salto al vacío, es una apuesta a lo desconocido. No existe el sondeo, no hay pruebas, nada. Lo debes ajustar a los gustos que sutilmente han aparecido, que vislumbras levemente y que sospechas, pero nada más.

Ahora recibes uno. Te asaltan las mismas dudas, en especial si ha sido el mismo ritual que tú has llevado a cabo, repasas, miras indicios de la más mínima alteración del orden natural del libro, de su ser. Pero claro, nada. Afortunadamente, así el juego continúa.

El círculo que no se cierra, la carrera del depredador y de su presa. Esa es la sensación.

Ese el motivo, es una forma de amar.


Relato enviado por Andrés Alcalá
Gracias Andrés por enviar tu relato ;)

1 comentario:

RobFeb dijo...

Sí, es curiosa esa sensación.
¿Nos pasará con el intercambio de estos relatos también? XDD
Un saludo.