09 octubre 2006

¿Estás solo, ‘Solo32’?

La ducha y el desodorante se habían ido al garete.
Mi primera cita tras dos años, justo el tiempo que hacía que conocía a ‘Leia32’.
Todo empezó con una simple crítica hacia “El ataque de los clones” en un Chat del IRC, que nos mantuvo toda la noche absorbidos y en vela; intercambiando opiniones, gustos musicales y demás temas personales.
‘Solo32’. Así es como ella me conocía.
Dos años de Ciber-relación y al fin hoy nos habíamos brindado la oportunidad de conocernos en persona, como en todas esas películas que tanto nos han influenciado, para mal, supongo.
¿Y por qué quedar hoy? Pues la respuesta irracional sería: ¿Y por que no?
La respuesta racional es que esa tarde en la filmoteca se proyectaba la segunda trilogía de la saga de ‘Star Wars’ en versión original subtitulada.
La saga que originó todo lo nuestro y nos inspira cada día.
Esa tarde nos veríamos las caras pero sin el disfraz que siempre nos poníamos por la Web-Cam. Y si nos enviábamos fotos, retocábamos previamente nuestras caras para aumentar ese morbo y misterio que tanto nos gusta a los dos.
Yo se que ella es más bien rellenita, puede que un poco más alta que yo y siempre viste de negro.
Le apasiona el cine y todo el mundo ‘Star Wars’: libros, pósters, muñecos, naves, puzzles, juegos y escucha el rock duro y el heavy de los 80.
Prácticamente somos almas gemelas.
Por otro lado ella sabe que tengo barriga, que soy un poco bajito y siempre visto de negro, pero desconoce mi verdadero rostro plagado de pecas, mi avanzada alopecia y mi perilla anaranjada. Ya me gustaría parecerme a mi alter ego ‘Han Solo’.
Lo cierto es que temo ser rechazado de nuevo, por eso dudé si ir o no a la cita.
Tan metido estaba en mi decisión que cuando estuve convencido, ya había pasado la media hora que nos habíamos dado de tiempo para que uno llegara antes que el otro a la cita y así no cruzarnos en la puerta, sólo para hacerlo más misterioso si cabe.
Quizás una cita un poco especial, quizás no.
En lugar de cafetería, un cibercafé.
En lugar de un café, un Colacao, ya que los dos odiamos la cafeína.
Y en lugar de una conversación en una mesa, un Chat y una partida al ‘Star Wars Battleground’, antes de ir a la filmoteca.
Reconozco que soy muy tímido y me cuesta expresarme y tartamudeo, por eso prefiero escribir aunque suene un poco paranoico. Ella también.

Así pues con las prisas, fui corriendo tres manzanas para no llegar más tarde pero lamentablemente lo acabé haciendo apestando a sudor y jadeando.
Al llegar vi veinte puestos de ordenador, dieciséis de ellos ocupados.
Doce chicos y cuatro chicas. Ninguna vestida de negro. ¿Había llegado pronto?
Pedí mi colacao, una hora de Internet y me senté en el fondo de la sala en el ‘pc’ que estaba tocando la pared.
Me conecté al IRC y allí estaba ‘Leia32’ esperando. Los Pelos se me pusieron como escarpias. Sentí como si ‘Jabba el Hut’ me hubiera congelado en carbonita.
La pantalla mostró los saludos habituales:
- ¿Estás Solo, ‘Solo32’?
- Si, pero busco a la ‘Princesa Leia Organa’, Leia32.
El resto fueron frases de rigor, emoticonos y largos silencios provocados por el nerviosismo de la situación.

- Te he visto llegar. Jejeje.
Al leer la frase mi corazón aceleró su ritmo. La estrella de la muerte apuntaba su rayo directamente hacia mi pecho.
- ¿Estás aquí? No he visto a nadie con tu ‘look’.
- Hoy he improvisado. - Dijo la Princesa Rebelde.
Por mucho que intentara mirar disimuladamente las otras pantallas no conseguía ver ningún rasgo familiar en el resto de usuarios del cibercafé.

- Que te parece si echamos una partida rápida antes de ir a la filmoteca, total está a dos manzanas de aquí y así rompemos un poco el hielo. ¿No?

Pensé en el frío y sólido bloque de carbonita en el que estaba metido y como ella me iba liberando, dejándome con el temblor en las piernas y un sudor frío por la cara.

Era tan rara la sensación de poner definitivamente forma humana a esas palabras que aparecían en mi pantalla todas las noches. A esas largas conversaciones con esa desconocida persona que sentía y disfrutaba con las mismas cosas que yo.

La partida comenzó como de costumbre. Como en todo juego de estrategia en tiempo real, cada jugador se preparaba para abastecerse de un ejército mientras se recogen los recursos necesarios para subsistir.
La Alianza Rebelde contra mis ‘Wookies’.
Lo cierto es que no estuve pendiente de la partida en ningún momento, mis pensamientos me ofuscaban.

Ella avanzaba con las tropas rebeldes mientras que mis pobres ‘Ewooks’ se defendían como podían, pero irremediablemente caían como chinches.
Un extraño nerviosismo me invadió cuando me di cuenta de lo que realmente residía en el centro de mi poblado.
Lo que defendía a toda costa.
Lo que protegía con barricadas y torretas de vigilancia.
Y no era otra cosa que mi ‘solitario’ corazón de 32 años.

Las barricadas ardían, las torretas de vigilancia caían rendidas a sus pies y mis granjas eran arrasadas.
Sus palabras entraban como guerreros estelares y ordenaban todo mi caos, ponían sentido a las cosas y destruían a la vez el ‘Halcón Milenario’ que me protegía y me mantenía ajeno de los otros mundos, sensaciones y personas.

Lo intentaba defender con las pocas fuerzas que disponía pero definitivamente acabó conquistando mi mundo en todos los sentidos cuando sus manos rodearon mi cabeza, cubrieron mis ojos y repitieron esa frase que tantas veces había leído y me moría por escuchar.
- ¿Estás solo, ‘Solo32’?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno a mis alumnos les ha encantado!!!
muchas gracias

RobFeb dijo...

Gracias a ti por leerlo!