El hombre va
andando por la calle. Llega a la esquina del cruce con otra, la sobrepasa, mira
al fondo; y, en el grupo de personas que transitan por la paralela, una de
ellas fija su atención.
Hay algo raro en ésta –más allá de su
altura, su ropa sucia, su expresión despistada y la mirada que le devuelve- que
le hace verlo como alguien que, de pronto, ha aparecido en este lugar; pero
que no es de aquí. Y este “no es de
aquí” es lo que ha sobrecogido al hombre que lo ha visto; porque lo ha sentido
fuera del mundo.
-----o-----o-----
Ha
pasado un buen rato. La calle –la paralela- está más concurrida que
antes. Gente diversa discurre por sus aceras, entrecruzando sus caminos, sin,
casi, detenerse ,y, toda con parecido apresuramiento,…pero no pasa nada
extraño; sólo es la hora de marchar a casa hasta el día siguiente, después del
cierre comercial…
…Antes de que los últimos transeúntes
despueblen las aceras y los coches dejen
de circular continuamente; el hombre –que iba andando por la calle- se ve,
también, transitando entre la gente; pero no como ella. Más que andar, se mueve
como si buscara algo y tuviera que sortear
lo que le impide verlo. Está agitado, inquieto y visiblemente contrariado;
y, a veces, cuando se detiene parece dudar de lo que está haciendo,pero, no
puede dejarlo; porque desde que vio –y se miraron- al otro, algo de los dos lo
está impulsando a seguirlo.
Llega –como antes- a una esquina y lo
vuelve a ver. Se repone, algo aliviado, al tenerlo cerca sin perderlo y se
queda mirándolo, como si entendiera su confusión. Está un poco alejado de la
acera, por la que aún camina la poca gente que queda, y parece apartarse con miedo de ser empujado; y así –esquivando, dando
traspiés y tambaleándose- acaba apoyado en una pared…para , después, dejarse
caer al suelo.
La gente que pasa a su lado no da muestras
de verlo aunque mire hacia él; y éste
sólo parece sentir las presencias que pueden ocupar su espacio –y se
aparta-, porque sus ojos vagan extraviados e inertes; sin ver.
-“Nadie va a tropezar con él,y, él no va a
tropezar con nadie; pero los dos van a notar la frialdad del vacío al
cruzarse”-. Para el otro hombre –que está diciéndose esto, casi sin tener tiempo
para reflexionarlo-algo se está volviendo evidente, y es…que aquel no es de
este mundo.
-----o-----o-----
La noche, en las afueras de la
ciudad, está abatiéndose en todo lo que allí vive… Al caer el atardecer la
claridad se iba perdiendo en las sombras; aunque la tierra, los árboles y las
pequeñas casas dispersas en el campo, todavía conservaban la fuerza, la belleza
y la alegría de la vida;…y, ahora, sólo les llegaba el descanso sereno y la
espera…
…Pero ya, la noche ha caído; y nada que esté
bajo ella es acogedor. Solamente hay la negrura, el vacío, el silencio, la
soledad y frío…; sólo eso son las afueras.
La sombra del hombre – la única que
todavía se mueve en la intemperie – penetra en un lugar recóndito y enmalezado
– abierto en la tierra-, después de quitar la piedra que lo malcubría. Es una
oquedad en la que un cuerpo no
soportaría la dureza, la humedad y la frialdad del suelo; pero él sí entra…Al
rato, el lugar queda tan en silencio como el de la noche…
-----o-----
Antes de llegar a las afueras de la ciudad, él había
deambulado tras la gente –que acababa desapareciendo en sus casas-, había
recorrido calles y calles casi vacías
siguiendo unos pasos, se había detenido en cualquier sitio como si lo hubieran
parado; y, después ,otra vez, y otra vez, y otra…había vuelto a empezar este
ajetreo sin sentido.
Sólo, cuando –ya anocheciendo- su camino
lo llevó fuera de la ciudad, y, sintió
la presencia del campo, el hombre pareció salir de su apatía y se dirigió hacia
este lugar.
-----o-----
El cuerpo yace en el suelo duro, húmedo y frío de la oquedad
abierta en la tierra. Está muerto,
rígido como una piedra, y, tan vac ío por dentro y por fuera de cualquier asomo
de vida, como aquella misma. Y dentro del hueco no hay nada que se mueva –ni
siquiera un ruído- que rompa la quietud-o el silencio-. Sin embargo, algo del
hombre no está enteramente muerto y pervive sin su mundo.
La memoria no había cesado después de morir. Sus recuerdos empezaron a
recorrer toda su vida hasta el último momento; pero, entonces, volvieron hacia
atrás, recomenzaron, llegaron y –aceleradamente- repitieron y repitieron todo;
convirtiéndolo en una sacudida para algo del hombre; algo que el escaso
tiempo transcurrido todavía no había apagado los recuerdos.
Éstos, poco a poco, abandonaron el camino
del pasado y parecieron ser del presente. Un presente que aún seguía ocurriendo
en la memoria; en una escena confusa y atropellada, tan llena de dolor y
angustia, que acabó reavivando a ese algo, aunque fuera de su mundo. Después,
desde el interior más escondido de la mente, se desencadenó lo que hizo
regresar al hombre.
-----o-----o-----
Aquel otro –el que iba andando por la
calle- lleva días sin salir de su casa y, aunque no ha vuelto a verlo, no se le
va de la cabeza. Haga lo que haga –desde lo más rutinario a lo menos habitual-
la imagen de ese hombre salta en su mente y se queda fija casi impidiéndole
atender otra cosa; pero no le muestra nada más, a pesar de esforzarse en
comprenderla; sólo que es de alguien fuera de este mundo, que lo sobrecoge
angustiosamente y que quiere algo de él…
…Fuera –igual que los demás días- deambula
el otro. El mismo recorrido tras la gente, las mismas calles, las mismas
paradas de repente;…el mismo ajetreo sin aparente sentido.
El cuerpo –alto, desgarbado y suciamente
cubierto- no lo ve nadie, ni siquiera él mismo; solamente existe –como era
cuando se vio por última vez-para que el algo de la mente lo mueva entre los
vivos, sin que éstos lo sientan; más que como un escalofrío al pasar a su lado.
Y aquello ya no es un algo que tan sólo
recuerda, sino un algo que sigue vivo en un presente inacabado y doloroso, que
no quiere que suceda... Por eso en su mente se ha desencadenado el regreso;
pero a un mundo que ya no es el suyo, y, en el que se siente perdido y solo…
-----o-----
En él, la memoria –después del
retorno- ha olvidado lo que pasó tras la
muerte; y de ésta sólo tiene la sensación de que se está yendo de la vida.
…No repara en las calles que –casi por
azar- se encuentra, sino en las que fueron suyas; y el aturdimiento y la
torpeza de sus pasos lo pueden llevar a
cualquier sitio; hasta, a veces, delante de su casa u otro lugar tan familiar
como ésta. Por eso, en ocasiones, se queda parado repentinamente porque algo lo
ha atraído; aunque no hace sino sentir su presencia, detenerse como si esperara
y seguir andando.
Lo mismo sucede cuando es la mirada de
alguno, la que le suscita una presencia que ha sido algo suya; porque, tampoco,
aquel puede verlo.
…Sigue deambulando perdido y solo en este
mundo del que ya se ha ido. Pero una vez –tan sólo una- sus ojos vieron otros
ojos, las miradas se cruzaron y alguien lo encontró; aunque únicamente sintió
esto.
-----o-----o-----
El hombre ha salido de casa. Cree que
está huyendo de ella, porque el recuerdo del otro, casi incesante, no lo deja
vivir; pero es su mente torturada la que lo impulsa a hacerlo para volverlo a
ver y saber lo que quiere…
…Lo ha visto muy de lejos y va a buscarlo.
Su agitación hace que corra detrás a darle alcance; sin embargo, al detenerse
un momento para descansar, decide seguirlo y ver qué hace.
No entiende para qué está recorriendo
calles y calles, aunque sea un ser extraño al mundo, porque nada sucede con él.
Sólo, algunas paradas súbitas ante la gente o ante algún lugar –que tampoco
comprende- interrumpen la caminata.
Hace bastante tiempo que comenzó a
seguirlo. La separación entre los dos cada vez se acorta más; -lo que le parece lógico por la lentitud
del otro-pero no ha notado que es aquel quien se está deteniendo.
Es una sensación repentina y brusca la que
llega al primer hombre; después de que
al volver a sentir la de aquella presencia que lo encontró , haya enlentecido
su marcha. Sin embargo, ahora, es angustiosa; tanto que lo ha paralizado;
aunque su memoria ha vuelto a tener aquellos recuerdos olvidados al regresar.
Después, su cuerpo –extrañamente sacudido- ha salido de su estupor y ha
encarado al hombre.
Éste, sorprendido por todo, se ha quedado
quieto, y no puede articular ni una palabra. Los ojos del otro ahora están
vivos –aunque parezcan cegados- porque de ellos le llega el pánico y el dolor
que está viviendo; sin decir nada.
Las palabras, ahora, están en la mente del
vivo. Su memoria, también ha estado en silencio desde aquel día; y también se
ha recuperado. Recuerda la escena y se la dice a sí mismo, sín tratar de
esconderla; porque la mirada del otro le ha puesto delante el horror que
desencadenó y la culpabilidad que le llega
-----o-----
De noche, en las afueras de la ciudad,
reaparece aquella sombra. Vuelve a ser alguien perdido, solo, sin recuerdos y
moribundo, que está regresando a su tumba.
Detrás, otro hombre –que lo ha venido siguiendo- entra tras él en ella.
La oquedad –abierta en la tierra de nadie
y escondida entre la maleza- está como antes –fría, dura y húmeda-; y en el
suelo hay un hombre muerto, rígido y descuartizado; que nada tiene –ni dentro,
ni fuera- que siga vivo.
…El otro
sale de ella y se interna en el campo; mientras la oscuridad está haciendo
desaparecer cualquier asomo de vida.
Relato enviado por Jose Luis Rodríguez Muñoz
Gracias Jose Luis por enviar tu relato ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario